Sonata
(Allegro)
Otoño. Jardín abandonado.
Los árboles semidesnudos murmuran
y riegan con hojas los caminos,
y el cielo gris tan gris tan triste,
como sólo el alma puede entristecer.
Un hombre va por los senderos y praderas,
lleva un saco al hombro y un rastrillo en su mano.
Camina por senderos, donde hace poco hubo flores,
pero ya nada es igual.
Otoño. Entristece el alma,
y el cielo tan gris. ¡Ya no hay camino!
Las hojas amarillentas de los arces lo cubrieron.
Los árboles están semidesnudos en el jardín abandonado y murmuran.
(Andante)
Otoño. Otra llovizna de rocío, las hojas caen lentamente,
giran desmayándose y caen en la hierba,
en los arbustos, en los senderos. En todas partes.
Una hoja muerta esparciéndose
toca mi cara, mis manos,
y luego cae aquí mismo
a mis pies, yo la paso cuidadosamente,
para no pisotearla.
Errando por el jardín, aplasto otras hojas
y las siento bajo mis pies.
Hay tantas tantas – no puedes evitarlas.
Y suenan extrañamente secas, ya rígidas,
como diciendo: no te preocupes, nos da igual.
En el centro del jardín una casa vacía.
No hace mucho aquí habitaba gente,
y los niños miraban por sus ventanas y reían.
Ahora da tristeza, ver esas ventanas apuntaladas con tablas,
pero la casa ahora está vacía.
(Scherzo)
Otoño. La lluvia ha cesado,
el sol diluye la triste cubierta de nubes lanzando su mirada.
¡Qué bello!
Se ilumina el jardín abandonado,
los semidesnudos árboles cesan de murmurar,
pero la hojas siguen cayendo sobre el césped, los arbustos, los senderos.
A ellas les da igual.
(Finale)
Otoño. El alma se entristece. Nada. El sol asoma – más triste aún.
Me siento sobre un banco al lado de la casa vacía
y miro a las ventanas, apuntaladas con tablas.
Me parece que ese jardín es infinito.
Se extiende por toda la tierra abandonado.
De vez en cuando una aislada casa vacía,
con sus ventanas apuntaladas con tablas,
los senderos y caminos totalmente cubiertos por hojas muertas.
El otoño cubre toda la tierra,
y la tierra es como un triste jardín abandonado.
Los árboles semidesnudos murmuran y lloran sus hojas marchitas,
todos los senderos, todo todo.
Otoño y tristeza en toda la tierra,
pero un hombre va por los senderos y praderas,
llevando un saco al hombro y un rastrillo en su mano,
y golpea en vano en las puertas,
se aleja y golpea, más lejos y más lejos,
pero todo en vano.
Las casas están vacías, y las ventanas apuntaladas con tablas.
¡Nadie! antes aquí habitaba gente,
y los niños miraban tras las ventanas y reían.
Ahora las ventanas están cerradas, las casas vacías, es otoño.
Sí, otoño. El jardín abandonado. Los árboles murmuran y lloran.
Y el cielo gris tan gris tan triste,
como solo el alma puede entristecer.
Otoño.
Traducido por L. Klimas y S. Goštautas